martes, 25 de noviembre de 2008

DECLARACION DE PRINCIPIOS

Este sábado, en Babelia, Loquillo.
Siempre me gustó. Hace tiempo cuando el rompeolas, y la cocaína y el dom perignon. Luego ya no. Y luego otra vez, con su Balmoral. Pero él siempre me pareció bien. Tan chulo, tan claro, tan cascarrabias. Se queja. Mucho. Y puede que tenga razón. Los indies reniegan de él y el mainstream no entiende su discurso, ese que pasa por musicar poesía y por no revivir una y otra vez los ochenta. Desplazado. Y hasta los cojones de estarlo. Sólo puedo recordar un concierto en La Riviera organizado por el Rockdelux. Debía ser un aniversario, un homenaje o algo así. Allí estaban los popes del indie, arriba, en el escenario. Y todas las tropas indies abajo. Los primeros -Jota de Los Planetas, Irantzu de LBV, Jorge Martinez de Ilegales, Jeanette y un largo etcétera- cantaron sus canciones con una banda común. Los segundos -y doy fe, yo estaba allí- se volvieron literalmente locos cuando salió este tipo de dos metros, todo de negro, tan erguido y tan seguro de sí mismo y cantó Nena (desgañitándose de rodillas). Así tal cual. Pues eso. Un personaje necesario. Está bien que de cuando en cuando alguien pegue un puñetazo en la mesa sin arrugarse el traje ni despeinarse el tupé.
Ya lo dice él:
Dicen que me repito/de lo claro que hablo,/será que no me entrego/a las reglas del mercado/porque milito en la razón/del pensamiento ilustrado./Me siento en la fractura/de valores que no cuentan/no siento ningún desprecio/tan sólo indiferencia./Tuve muchos nombres,/me vieron con otra cara/pero siempre fui yo/marcando una línea clara.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Tapir, acabo de volver del Ministerio de Cultura donde me han dado una beca para poder participar con mis comentarios en su blog de usted. Es un proyecto innovador en el que se beca a militares en excedencia y amos de casa con dolor en el cuello para estimular el tejido cultural del Estado. También te manda masajistas a casa para las probables tendinitis en los tendones extensores de las terceras falanges de los dedos, que puedan surgir. Bueno, a ver si me centro. Loquillo era un mito desde el principio cuando jugaba al baloncesto. Pero yo pienso que a la postre, su altura es su perdición. El mundo es un poco rencoroso con los tipos altos y quiere verlos caer. Atentamente. SCR

La Rata Marcelina dijo...

agree 100% con captain little noises

generalizando, el 'elfo' tiene envidia del hombre alto con buena planta, y trata de ganarle el poder a toda costa. muchos ejemplos a lo largo de la historia constatan este hecho. si el elfo viste bigote, peor todavía.
os lo digo yo que, como rata, tengo mucho cuento de andersen consulting...

gran entrevista a loquillo el otro día. no comparto alguna de sus ideas, pero el tío va de frente y no se corta un átimo. en el concierto aquel de la riviera fue lo mejor de la noche junto con el pesao de morente y el kiko veneno.

Anónimo dijo...

Antes de empezar con el turrón, confieso que pertenezco a esa generación que pensaba que para ser feliz bastaba con un camión y que se arrimaba a las titis cuando coreaban a voz en cuello la del Cadillac solitario.

Sin embargo, ahora me pregunto si basta un puñadito de canciones (co)escritas hace más de veinte años para vivir permanentemente instalado en la queja y en la (auto)reinvidicación.

Porque encima va de sobrao y no pretende (como otros) vivir de las rentas. Un buen día se levanta y dice: señores, ahora no soy rocker, soy chansonnier. Esto en un país donde ni cristo conoce a Jacques Brel. Y no vende. Y se nos enfada y golpea la mesa.

Loquillo, como otras rockstar patrias (ríos, sabina, marroncín), tiene más actitud que aptitud. Algo tolerable (y hasta meritorio) a los 20, pero delictivo a los 50.

Puede que sea, como apuntan por ahí arriba, que mis ciento setenta y dos cms. tiemblen con atávico rencor ante individuos de tan alta talla, pero me quedo con los míos, los de perfil medio, los enrique urquijo o los fernando márquez que no tuvieron una entrevista en Babelia sino que fueron tachados de yonis o de pedófilos. Medianías que no han estado regularmente apareciendo en la seccion de cultura durante todos estos años (para cagarse en la puta porque en este país no se lee poesía), sino en la crónica de sucesos, olvidados agonizantes en algún portal de malasaña, o vilipendiados por sus perversas inclinaciones filonazis.

Quizás es que nunca quise ser una rockestar (nena). Quizás es que no me creo que haya gatos que maullen rocánrol. Quizás es que nunca quise ir a LA.

El tapir Nicanor dijo...

La indignación afila tu prosa, Brigadier.

Estoy de acuerdo contigo en algunas cosas, pero no por ello deja de hacerme mucha gracia el personaje de Loquillo. En un panorama en el que abunda la indiferencia o la blandenguería, un poco de actitud (con "ce") se agradece.

Ahora bien, no paso porque le metas en el msimo saco que ríos, sabinas y demás gente de la gira "La pasta es nuestra". Por ahí, no. Juegan en ligas diferentes.

En cuanto al señor Urquijo, llevamos ya un tiempito de homenaje constante a Los Secretos, que si directos, que si cajas, que si la Fnac abrirá por la noche por primera vez en su historia para un grupo español... O sea que de olvidado, poco.
Una infinita tarde de sábado griposa, alguien me dejó el libro "Enrique Urquijo: Adiós tristeza". Triste, triste, triste. Igual te interesa.

Anónimo dijo...

Espero que mi comenturrón no sea malinterpretado y que, entre líneas, se entienda el cariño que le tengo a Loquillo: algunas de sus canciones forman parte de mi educación sentimental. Nada más lejos de mi intención que agruparle con esa chusma que, al contrario que él, músicalmente no me merece ningún respeto.

En cuanto al probe Enrique, lo cierto es que en vida sí fue bastante olvidado y denostado. Poco importó que el inicio oficioso de la Movida fuera aquel concierto en Caminos, en homenaje al primer batería de Secretos. Pronto se vio desplazado de todo aquello porque no era suficientemente duro, porque era un baboso. Qué más da ahora que vayan a poner flores a su tumba (y de paso embolsarse un dinerito con su legado). Esperaremos entonces a que palme el Zurdo para empezar recordar lo mucho que le echamos de menos...

Como Carlos Berlanga, que tiene un tema ahora sonando por las televisiones...

Me apunto el libro...gracias!

Anónimo dijo...

Loquillo no hubiera llegado tan lejos de no ser por el señor Sabino Méndez. A él se lo debe casi todo